jueves, 12 de febrero de 2009

Time to change

Atendiendo escrupulosamente a las propuestas que me habéis notificado sobre el próximo tema que debería tratar, me he decantado por la más importante: la mudanza. Sí, ya sé que no es ninguna de vuestras propuestas pero para eso el blog es mío. [Aquí va un icono con una profunda sonrisa, obviamente sarcástica].

Para el que no lo sepa, nos trasladamos de local ante las diferencias insalvables con algunos 'vecinos'. Qué bonito queda dicho de esta forma; pero más bonito aún, es decir que nos trasladamos por cuatro hijos de puta. Aaaaalmas de mis muelas! 

Aclarado este punto y al hilo del cambio, de Obama, de la moda,... he recordado una canción que me viene al pelo y que ha sido el factor fundamental por el que me he decidido a hablaros de esta ruptura drástica con nuestro futuro más próximo, que seguramente estaría allí, en el garito. Sin embargo, a veces la brutalidad de una ruptura es menos dolorosa que dejar que la esperanza muera lentamente.

A lo que iba, que me voy por las ramas y se me saltan las lagrimillas...



¿A que no esperábais ver a los Brady Bunch, después de tantos años, en esta fría y lluviosa mañana de febrero? Pues cantando esto me he levantado yo; así funciona mi perturbada mente. [Aquí va otro icono, esta vez con una nota musical ya que no puedes parar de tararear la canción, una putada, eh?].

Ahora llega lo verdaderamente cómico: jugarse la firma de las escrituras del nuevo local al 'macarra'. El juego en el que si pierdes, además de llevarte el disgusto, te pegan de hostias. Aunque digo yo que podríamos jugárnoslo al poker (dejándolo caer por lo 'bajini') y así, si pierdes no te curten, solo te arruinas. [Me he dado cuenta de que no tengo iconos].



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