jueves, 3 de febrero de 2011

India Report VII

La verdadera razón de la visita a Rishikesh la descubrimos viendo un programa de televisión aquí, en España. Para resumir un poco la historia, resulta que los mismísimos Beatles viajaron allí en 1968 para meditar y alejarse de las drogas... ejem. Por iniciativa de George Harrison, visitaron el ashram (una comunidad espiritual) del Maharishi Mahesh Yogui (nombre del individuo que regentaba el puticlub). Se llevaron a sus señoras esposas, a Mia Farrow y algún que otro colgao más. Vamos, que debían montar unas orgías buenas. Al final se acabaron picando con el líder espiritual que debía tener las manos largas, tanto para robar como para sobar. No debía predicar con el ejemplo el mesías.
Gracias a nuestra vagancia iniciamos la caminata hacia el
ashram al mediodía; esto en la India es un suicidio (pasaban de largo los 30 grados). Empapados en sudor, las preguntas a los lugareños eran en vano, nadie tenía ni idea de dónde se encontraba dicho ashram. Que no conozca la gente la ubicación de mi pueblo, vale. Porque lo más importante que se hace son morcillas. Pero amigos, van los Beatles a tu pueblo y no sabes dónde se metieron? A todo esto, íbamos con prisa porque el taxi para emigrar hacia Old Manali, cerquita de Nepal, nos iba a recoger al hostal poco después. Recorrimos media ribera del Ganges para llegar.

Como iba diciendo, en aquel programa la reportera sobornaba al 'guarda de seguridad' del recinto porque el lugar estaba 'cerrado'. La misma situación se dio cuando llegamos nosotros. Al hombrecillo había que verlo pecho al descubierto, plantado detrás de los barrotes de la puerta con su melena y barba canosa, una sábana blanca cogida a la cintura y su extraño cigarrilo; un 'segurata' del futuro. Mirada noble como diciéndonos: me vais a sobornar ahora o después? Pero no, según él no quería el dinero. Si quedábamos satisfechos con la visita, la voluntad. 'If you are happy, I'm happy' (frase mítica del viaje que utilizaba todo aquel que quería estafarte).

Aquel hombrecillo nos iba explicando con un acento inglés de lo más cool, las andanzas de los cuatro británicos por aquel entorno casi mágico. La vegetación rebosaba por el abandono. Nos llevó a lo que fueron sus habitaciones, las de los invitados, el auditorio... pasillos con cientos de murciélagos! Por cierto, dato friki: de esta etapa 'sin drogas' son las canciones del disco 'The White Album'.

Pero nosotros habíamos ido para ver algo en concreto: unos graffitis. Yo supe que estaban ahí viéndolo en aquel programa, pero esos pintadas ya las tenía grabadas en la retina y sinceramente, me hizo una ilusión tremenda. Son referencias a algunas de sus canciones, paz y amor con colorines y mariconadas por el estilo, pero no sé, con la historia de fondo ganaba misticismo. Ahí me di cuenta de lo guiris que éramos sacándonos fotos de todas las posturas imaginables, incluso con el guía, que por esta vez no resulto ser un estafador (pero aún quedaba día por delante).

Lo más impactante de aquel viejecillo es que tenía facebook y página web! De él aprendí muchas cosas: entre otras, me descubrió el tabaco indio, los bidis. Gracias a ellos moriré de cáncer, pero era algo tan barato, tan insignificante y sabía tan bien (los dos primeros), que valió la pena. Al tío se le iluminó la cara cuando le comentamos que le conocíamos de la televisión, que había salido en un programa famoso en España. Nos despedimos de aquel gran hombre con prisas, quería que le agregásemos a las redes sociales y... nunca lo hicimos, pero siempre quedará en nuestras memorias. Le pagamos la voluntad y algo más, de eso no se puede quejar.
Cuando llegamos al hostal, el taxi aún no había llegado. Lo dejo aquí, porque lo que aconteció después tiene tela, telita, tela.