lunes, 28 de enero de 2008

Óleo de una mujer con sombrero

Cierto día mi madre durante una acalorada discusión, me gritó: ... ya sabes tú muy bien dónde apuntar... Todo ello en un contexto no sexual, se refería más bien a mi papel en el mundo, como si conociese mis aspiraciones en la vida y, ella me lo echaba en cara, pues no soltaba prenda.
Pero no mamá, no sé dónde apunto. Ni lo sé, ni lo he sabido. Pues si lo supiera probablemente estaría muerto, porque mis aspiraciones en sueños van más allá de lo humanamente posible. Así que por una vez mi madre se equivocó, y eso me asustó en su momento y me asusta cada vez que me acuerdo de aquellas palabras que parecían precisas e insultantes, pero que solo me dan miedo y asco.
Ahora mismo estoy escuchando a uno de esos cantautores que en momentos difíciles te dejan por los suelos, piensas: ¿Cómo puedo estar jodido? ¿Y él? En fin... siempre se dijo que cualquier persona se cree que su problema es el más grave del mundo.
El autor en cuestión es Silvio Rodríguez; últimamente no paro de escuchar 'Óleo de una mujer con sombrero'. Dice algo así como... se ha perdido mi forma de amar. Por alguna razón me siento identificado con esa frase.

martes, 22 de enero de 2008

Aplástate aquí

miércoles, 9 de enero de 2008

La vacía pena

Hace unos días la constancia dio paso a la vagancia en mi blog. Algo así como mi vida, aunque yo lo achaco al síndrome postvacacional. Estoy vago, muy vago; he entrado cojeando en el año 2008, año de rimas varias. Pero estoy feliz y hacía tiempo que no lo estaba.
Creo que ahora comprendo un poco más a las mujeres, un pequeño escalón de una gran escalera que no creo que llegue a culminar en mi vida. Algo es algo. He cambiado.
No sé por dónde empezar a poner excusas por las que no contaros mis vacaciones íntegras, porque todo llegaría al mismo puerto: no me apetece. Estoy vago, lo he dicho.
Estuve en Madrid. Todo allí son buenos recuerdos de pocos días, pero intensos. No fue sino confirmar lo que ya sabía, la grandeza de la vida errante a veces te sorprende con personas de las que no abundan, y eso es lo que fui a buscar, a recoger. Y volví triste, la vacía pena del viajero. Pero feliz.
Creo que en parte, el hecho de mi cojera tras el 1 de enero se debe a ese viaje. A veces se me olvida que hay vida más allá de Santander, y vaya vida. De momento, me voy a dar una semana de rehabilitación, para volver con fuerza. Febrero asoma el hocico.