lunes, 19 de enero de 2009

La' Dolce Vita'

Fue hace mucho tiempo. No podría decir con exactitud si aquél día llovió, pero tengo la sensación de que el suelo estaba mojado. No es raro, aquí no.

Cuando llegué, la mitad de la historia estaba en el aire, la otra mitad se reflejaba en la cara de mi amigo. Nadie sabía que hacer, pero todos sabíamos lo que iba a pasar. En aquella época las cosas funcionaban así. Por eso fuimos a buscarles, por impotencia, por rabia, por venganza, por muchas cosas de las que me arrepiento, pero a un compañero no se le puede abandonar en el campo de batalla.

De camino, una obra nos sirvió de polvorín. Cada uno se armó con lo que pudo, pero hasta los dientes. Yo no cogí nada; las barras de metal pesaban demasiado para mí, imposible levantar el brazo.

A estas alturas mi estómago había dado dos vueltas. Nunca estuve tan nervioso como aquella vez. Por eso me acuerdo y sé que a nadie se le ha olvidado, porque no era el único que tenía miedo, no era otra cosa, era miedo.

Y cuando mi boca dejó de salivar y mi mandíbula aún temblaba, me di cuenta de que ya habíamos llegado. Era su territorio, muy cerca del nuestro, pero suyo. No se lo esperaban, porque a su barrio no habían llegado las noticias. Sin embargo, había otro trasfondo, que fue el que abrió la veda. Y empezó todo.

Un puñetazo, luego otro y finalmente el mío. Del que sigo viviendo hasta hoy. Más tarde llegó la navaja, la secreta y todos salimos de allí, algunos sólo físicamente. Mi cabeza sigue paseándose por ese barrio de vez en cuando y me incomoda.

Ahora te das cuenta de lo que es esto. De la mala fama, la 'dolce vita', de las plañideras, de la vida en la calle, de lo chulo que eras si te faltaba medio diente. Te das cuenta de que saliste del pozo, o de que aún estás dentro.

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