domingo, 29 de marzo de 2009

Viaje a ninguna parte

Las tres palabras más chocantes que quizá he escuchado nunca, me han despertado de una larga siesta que no debía haber existido. ¿Qué estás tomando? Mi propia madre se piensa que soy un drogadicto, y no es para menos, porque mi vida es lo más semejante a buscar una solución inexacta. Pero de momento, no me he ayudado de las drogas, madre.

Me di cuenta yo solito de que todo se resume al día que haces gracia, o a una noche de borrachera, lo demás es paja.  Me di cuenta de que los pequeños momentos de los que se compone una vida y por los que, en teoría merece la pena luchar, no son más que puntos de referencia que te recuerdan a puñaladas que no volverán a repetirse.

Y eso son los momentos buenos, porque los malos inevitablemente están presentes en cualquier lugar; los encuentras fácilmente a la vuelta de la esquina o a cientos de kilómetros, y son también imborrables.

Sé que suena a despedida, madre. Pero no debes preocuparte porque voy a seguir cosechando momentos buenos y malos, noches perfectas, desengaños, miradas, huidas, besos y algún que otro 'te quiero'. Y cuando llegue el momento lo pondré todo en una balanza, de sonrisas y lágrimas, para comprobar si mereció la pena.

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